Niñas, niños y adolescentes disfrutan el periodo vacacional con actividades recreativas y sana convivencia en su propio sector. El parque Colinas del Sol crece cada día. Gracias al liderazgo e intenso trabajo de Sandra Arámburo y su esposo, este espacio público cuenta con árboles frutales, coloridas flores, canchas de volibol y futbol, una palapa y hasta un huerto urbano; hoy además, ofrece cursos de verano para que las niñas, niños y adolescentes disfruten de este parque en el periodo vacacional. En punto de las 6:00 de la tarde, con un sol más amigable, el parque Colinas del Sol comenzó a llenarse de risas y gritos alegres; chiquillas y chiquillos corrían por todo este extenso espacio público. Este lunes arrancó el curso de verano de este parque, mismo que recibió a las y los vecinos con sus hijos e hijas de la mano. Todas y todos se reunieron en la palapa de este espacio público, donde comenzaron por presentarse y mencionar la actividad que más les gusta practicar. “Hola, yo soy Sandra. A mí me encanta cuidar las plantas. Queremos darles la bienvenida a este curso de verano. Vamos a divertirnos pintando, escribiendo, jugando; haremos varias cosas para que no estén aburridos en casa, y disfruten de su parque”, dijo Sandra a las y los niños, que en ese momento permanecían tomados de las manos.
La edad no importó. Todas y todos brincaron para activarse físicamente. Una vez incrementada la energía, llegó el momento de realizar manualidades y pintar pequeñas figuras de cerámica. La alegría se encontraba a tope. Todas y todos convivían. Al mismo tiempo, un grupo de adolescentes jugaba volibol en la cancha contigua a la palapa. Cuando el balón salía de ese espacio y llegaba hasta el área del curso de verano, se ampliaba la convivencia, pues lanzar el balón de regreso era otro motivo de risas.
Hasta hace tres años el parque Colinas del Sol, ubicado en el sector Chulavista, en Culiacán, era prácticamente un basurero. Las y los vecinos depositaban ahí toda clase de desperdicios. Sin embargo, Sandra Arámburo y su esposo decidieron convertir este espacio que ahuyentaba a las y los transeúntes, en un parque que hiciera precisamente lo contrario: unir a todos y todas los habitantes del sector. Poco a poco este parque creció en todos los sentidos, con apoyo de esta organización y el acompañamiento de nuestra asesora Iveth Cruz, quien arribó a este sector en busca de cómplices colaborativos, personas que quisieran integrar el comité del parque y comenzar así una transformación de este espacio común. Actualmente este lugar recibe a cientos de personas por semana, y ha recibido apoyo, por ejemplo, por parte de voluntariado corporativo de la empresa Netafim para la instalación del huerto urbano; así como para la instalación de la cancha de volibol, con apoyo de Jornada 37.
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