Imagina salir por la puerta de tu casa, caminar unos pasos y encontrar un espacio que también sientes como tuyo. Un lugar donde puedes relajarte, convivir, jugar, respirar y simplemente estar. Ese lugar es el parque.
Muchas veces lo vemos como algo externo, como un espacio "público" sin rostro. Pero cuando lo miramos con otros ojos, nos damos cuenta de algo poderoso: el parque también es parte de nuestro hogar. Es una extensión de tu sala, tu jardín, tu patio, tu comedor al aire libre. Y al igual que tu casa, necesita cuidado, amor y vida.
Un parque limpio, con árboles sanos, bancas útiles, juegos en buen estado y actividades comunitarias, refleja una comunidad activa, que se cuida y se organiza. En cambio, un parque olvidado es como una habitación vacía: puede estar ahí, pero no se vive.
Por eso, cuando cuidas el parque, estás cuidando tu espacio, el de tus hijos, tus vecinos y quienes vendrán después. Y cuando lo activas con talleres, juegos, huertos, caminatas, fiestas vecinales o simplemente con tu presencia le das un alma al lugar.
Conoce más del Parque Artículo 37 y su mural que destaca el esfuerzo vecinal.
¿Y si ese árbol que da sombra es como el techo de una terraza compartida?
¿Si esa banca es tu sillón comunitario?
¿Si los juegos son la risa de tus hijos en su segunda sala?
¿Y si el pasto es el tapete verde donde todos pueden correr, jugar o descansar?
Cambiar esta mirada lo cambia todo. Porque cuando lo sientes parte de ti, lo valoras, lo defiendes y lo transformas.
Como comité, como vecina, como papá o mamá, tienes el poder de hacer del parque un lugar vivo. Que no sea solo un espacio por el que se pasa, sino uno en el que se permanece. Uno que invite, que conecte, que represente lo mejor de tu comunidad.
Porque sí: el parque es una extensión de tu casa. Y entre todos, podemos hacer que se sienta como hogar.