
Lo que antes era tierra, piedras y oscuridad hoy son canchas, árboles, pláticas entre amigas, paseos de adultos mayores y risas de niñas y niños. En colonias como Prados del Sol, Infonavit Barrancos II y Los Ángeles, vecinas y vecinos decidieron recuperar sus parques, convertirlos en lugares seguros y devolverle vida a los espacios públicos que durante años fueron abandonados.
Las transformaciones no llegaron solas: detrás de cada mejora hay comités vecinales organizados, familias comprometidas y el acompañamiento de Parques Alegres IAP.
“El parque era un desierto, como su nombre”, cuenta David, promotor deportivo y fundador de una escuela de fútbol en el Parque Prados del Sol del Desierto.
Ese parque fue, durante años, un espacio repleto de monte, montículos de tierra y piedras; los niños jugaban entre cerros de tierra y se lastimaban las rodillas. Poco a poco, con ayuda de sus vecinos y del asesoramiento de Parques Alegres, el sitio se transformó en un punto de encuentro.
“Era oscuro y peligroso. Hoy, a las 9:00 de la noche todavía ves familias caminando”, recuerda Roberto, integrante del mismo comité.
Para llegar a este punto pasaron cinco años, pero hoy es posible ver que el parque se convirtió en un área común con iluminación, áreas verdes, un huerto orgánico y canchas de fútbol y voleibol que están frecuentemente activos.
En el Parque Barrancos II, la historia comenzó entre escombros y basura.
“Ahí estaba la delincuencia, fumaban, tiraban árboles… era un basurero”, relata María de los Ángeles, una de las vecinas fundadoras del comité.
Junto con un pequeño grupo de residentes, María de los Ángeles decidió iniciar la limpieza, plantar árboles y asistir a los talleres de Parques Alegres.
El parque ahora luce verde, con andadores restaurados y áreas recreativas que fueron instaladas con gestiones que aprendieron a hacer ante autoridades locales con acompañamiento de Parques Alegres.
En este parque hay clases de zumba, karate y talleres de piñatas, pero no fue sino porque se atrevieron a cambiar los espacios.
“Antes la gente no salía por miedo. Ahora las familias van, se sientan, llevan pizza, se reúnen. Es un lugar de convivencia muy bonito”, dice José Rafael, gestor del parque.
“Si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie”
Esta frase, la de “si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie”, se repite entre los comités. En todos los casos, la transformación empezó con pocas personas: alguien que regaba una planta, otra que recogía basura, otra que pedía apoyo al ayuntamiento o a las empresas locales.
Por ejemplo, María, también de Barrancos II, recuerda cómo ella y sus vecinos recuperaron las mesas de concreto que estaban tiradas en otra zona, las rehabilitaron y ahora forman parte del mobiliario que se usa para actividades lúdicas.
“Las trajimos nosotros mismos". Las pintamos de colores. Ahora la gente se sienta ahí, y se ve bonito”, dice con orgullo.
En el Parque Los Ángeles Comona, Karina tomó la decisión de involucrarse hace cinco años. Esa decisión ayudó a cambiar no solo un parque, sino todo un entorno.
“El parque estaba deteriorado, con juegos peligrosos. Hasta que un niño se lastimó y entendimos que teníamos que actuar”, relata y desde entonces el comité vecinal logró construir una cancha, instalar ejercitadores, una palapa y juegos nuevos.
“Las niñas y niños tienen un lugar para jugar, las personas mayores caminan con seguridad y los vecinos se conocen. Antes nadie salía, ahora el parque une a la comunidad”.
Además de las canchas y palapas, los parques han crecido en verde. Los comités han impulsado huertos vecinales y jardines comunitarios donde ya se cosechan mangos, limones y flores. Cada árbol plantado, dicen, representa una historia compartida de resistencia y esperanza.
“Ver crecer un árbol que sembraste es como ver crecer a un hijo”, dice David, mientras observa el primer árbol que regó hace seis años, hoy más alto que él.
Desde su fundación, Parques Alegres IAP ha acompañado a decenas de colonias en la recuperación de espacios públicos. Su modelo parte de la idea de que los parques no solo son lugares de recreo, sino centros de convivencia, cultura y paz.
En Culiacán, más de 400 comités vecinales participan en este esfuerzo. Cada uno representa una semilla: la prueba de que cuando la ciudadanía se organiza, la transformación es posible incluso en los lugares más áridos.
Pasto de lluvia: Promovemos el cuidado del pasto que crece de manera natural en parques, donando servicio de jardinería y brindando capacitaciones para su mantenimiento.
Jardines polinizadores: Donación de semillas y talleres de capacitación para fomentar la biodiversidad y el cuidado de polinizadores.
Murales con Vamos Pintando: Actividades artísticas colaborativas que embellecen los parques y fortalecen la identidad comunitaria.
Sistema de riego: Apoyo con descuentos en materiales en tiendas aliadas, facilitando la instalación de riego eficiente para mantener las áreas verdes.
Pláticas informativas con Fiscalía: Sesiones sobre prevención del delito y formas de actuar ante distintos tipos de incidentes, promoviendo la seguridad vecinal.
Centro de Ciencias – Ciencia en tu Parque: Equipo móvil del Centro de Ciencias que lleva actividades educativas directamente a los parques.
Rallys deportivos: Promoción del deporte y el conocimiento de los parques mediante actividades lúdicas y educativas.
Cine en tu parque: Proyecciones de películas al aire libre que fomentan la integración vecinal y el uso seguro de los espacios públicos.
Arborización con especies regionales: Donativos a parques de árboles locales para incrementar la cobertura verde y la biodiversidad urbana.
