Los parques se volvieron a enmontar, los juegos infantiles nadie recordó pintar, y en las colonias no hay quién pueda arborizar. Algo ocurre en las colonias de Culiacán. “Pero, ¿qué pasa?”, “¿alguien sabe qué es?”, “¿Dónde están los integrantes de los comités?”.
“Yo sé. Se puso fea la cosa”, dijo muy triste a los asesores Guillermo Espinosa. “Vino la Muerte y se llevó a cada presidente, vocal y tesorero; solo dejaron esos letreros”: - “Me llevé a los vecinos más comprometidos de Culiacán y todas partes. Los necesito para que me enseñen cómo se rescata un parque”.
Resulta que la Huesuda ya no quería tristes camposantos, ahora también quería flores
y alegría en todos sus espacios.
Así que la Muerte está más contenta, señoras y señores. Gracias a los vecinos ya tiene
muchos jardines polinizadores.
Con razón en Culiacán ya nadie se muere. Para llevarse a alguien ahora la “Calaca” la piensa dos veces.
Y es que antes solo paseaba por panteones deprimentes, ahora es feliz,
disfrutando de puros Parques Alegres.
Dedicado con cariño y respeto a las y los integrantes de los comités, quienes hacen posible el rescate de espacios públicos.
Todos hemos reído alguna vez con el humor atrevido de alguna Calaverita, pero ¿de dónde surgieron? Aquí te lo decimos. Este Día de Muertos no pueden faltar las tradicionales Calaveritas literarias. Se trata de textos compuestos por versos rítmicos, que, al mero estilo de las y los mexicanos, utiliza la sátira, la picardía y la ironía para abordar temas diversos, pero sobre todo para burlarse, incluso de la muerte.
Conoce más del "Altar de muertos"
El principal antecedente de las Calaveritas literarias es en la época novohispana, indica la Casa Universitaria del Libro de la UNAM. Se refiere a la publicación de 1972 “La portentosa vida de la muerte”, bajo la autoría del Fray Joaquín Bolaños. Este texto, explica la institución, es “vital para entender la estética de la muerte novohispana”. Según Enrique Flores, académico especializado en literatura colonial y la etnopoética, el texto fue censurado, debido a que visualiza una gran cantidad de elementos que alternan lo solemne y lo chusco, lo trágico y lo cómico, lo terrible y lo grotesco. Esa primera Calaverita personifica a la muerte como un esqueleto que camina entre los vivos y adicionalmente retrata eventos terribles de la historia. A su vez, muestra un lenguaje que se consideró “coloquial, familiar vulgarmente”.
Elementos del Altar de muertos ¡Conócelos!
Fue a mediados del siglo XIX cuando surgió la Calaverita tal como la conocemos actualmente. Sin embargo, las primeras publicaciones fueron censuradas durante la época colonial, por lo que fueron prohibidas en gacetas y medios impresos. Una de las publicaciones más antiguas y conservada en hemerotecas data de 1849, de un periódico crítico, “El Socialista”, editado en Guadalajara, Jalisco, por José Indelicato. La Hemeroteca Nacional Digital de México cuenta con algunos tomos de los semanarios ilustrados.
Significado de las calaveritas de azúcar aquí
En 1910 surgió la “Calavera garbancera”, de Guadalupe Posada, que asocia a los comerciantes de garbanzos que vestían como la aristocracia europea, en forma de rechazo a su herencia y cultura indígena. En palabras del autor, se trata de una figura que “está en los huesos, pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz”, y pretende criticar a la gente que le da una gran importancia a los bienes materiales y la apariencia.
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En 1947 el muralista Diego Rivera rebautizó y retrató a la Calavera de Posada como “La Catrina”, en su “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”. La figura viste una estola de plumas y un atuendo con una serpiente emplumada, actual símbolo de la mexicanidad y protagonista en las fiestas alrededor del Día de Muertos.
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