En medio del calor extremo y la escasez de agua que hay en ciudades como Culiacán, el pasto de lluvia es una solución ecológica y de bajo costo para reverdecer parques públicos, reducir erosión y revitalizar espacios urbanos sin riego artificial.
En ciudades golpeadas por el calor extremo y la escasez de agua como Culiacán, una solución verde empieza a germinar, literalmente, desde el suelo.
Se trata del pasto de lluvia, que es una cubierta vegetal que brota con las primeras precipitaciones del año. Es, además, una herramienta eficaz para reverdecer parques públicos sin gastar en sistemas costosos de riego.
Está demostrado que este tipo de pasto, que en realidad es un conjunto de especies nativas de crecimiento estacional, puede recuperar áreas verdes, incluso en contextos de crisis climática y presupuestos limitados.
“Es alta la tolerancia que tiene a la sequía, por eso recomendamos este tipo de pastos para nuestros parques, tolera heladas también, aunque crece mejor en climas cálidos y requiere de luz solar directa. Lo recomendable es que no sea debajo de los árboles”, explica Iveth Cruz, asesora de comités en Parques Alegres IAP.
A diferencia de los céspedes tradicionales que requieren cuidados constantes y agua todo el año, el pasto de lluvia aprovecha el ciclo natural del clima. Germina tras las primeras lluvias, crece rápidamente y cubre el suelo en pocas semanas.
“La mayoría de los municipios ya tienen este pasto en los bordes de caminos o lotes baldíos. Lo que falta es cambiar la mirada: verlo como aliado y no como maleza”, asegura Iveth.
El pasto de lluvia no es una tecnología nueva ni un producto importado, sino una herramienta que ya existe en el ecosistema local, solo que no ha sido aprovechada.
Frente a la crisis climática, el calor urbano y la falta de presupuesto en parques, esta alternativa representa una solución viable, ecológica y replicable en cientos de ciudades mexicanas.
Implementar pasto de lluvia en parques no solo mejorará el paisaje urbano, sino que aportará soluciones concretas, como:
Reducción de la erosión: su densa cobertura protege el suelo de escurrimientos y daños por lluvias intensas.
Menos polvo y más sombra: especialmente útil en colonias con alta exposición al calor y sin áreas verdes.
Menores costos de mantenimiento: no necesita riego artificial ni fertilizantes costosos.
Atractivo visual temporal: durante su ciclo, brinda un cambio radical a zonas que durante meses permanecen áridas o descuidadas.
Además, el manejo del pasto de lluvia es simple pero estratégico. Es importante saber que no se debe cortar durante las primeras semanas, para que se establezca. Una vez que se observe que supera los 20 cm, se recomienda hacer la poda.
Mantener este tipo de pastos requiere también de proteger áreas de alto tránsito con senderos, andadores o delimitaciones, evitando el pisoteo constante de quienes asisten a los parques.
Algo importante a saber es que el pasto de lluvia no crece por sí solo, sino que requiere de estolones, rizomas o semillas, las cuales se pueden obtener de los mismos ecosistemas que están alrededor y hacerlo justo antes de las lluvias, en zonas donde no germina de forma espontánea.
“Podemos cortar un poquito de pasto, quitarlo con todo y la raíz y lo ponemos donde queremos”, asegura Iveth.
El pasto de lluvia necesita mantenimiento y, aunque no es extenuante, sí requiere de observación, tanto para el riego como para evitar plagas como hongos, gusanos y nemátodos, que pueden provocar que se seque.
También es importante saber que al pasto de lluvia le favorece el sol directo, por lo que ponerlo debajo de un árbol podría provocar que se seque.
Hay algo más que debes saber, el pasto de lluvia es muy bueno como planta de piso, pero no se recomienda que este conviva cerca de cultivos, porque puede resultar invasivo y que sea una competencia en el uso de agua.